Jorge Gaviño Ambriz
“el papel de la mujer siempre ha sido un problema de hombres”.
Simón Beauvoir
Un 8 de marzo de 1911 más de cien mujeres obreras murieron en un incendio en el interior de la fábrica en la que trabajaban mientras protestaban por sueldos bajos y malas condiciones de seguridad, es decir, en este día no festejamos nada; conmemoramos una lucha cuyo origen fue obrero.
En la época cavernaria el neandertal pudo más que la mujer salvaje y la sometió. A medida de repetir la cosa esto se convirtió en una costumbre axiomática, es tan valioso el repetir que de ello nace el hábito.
En la edad media hubo un concilio, una asamblea donde se discutió con abundante acopio de conocimientos; sí la mujer era poseedora de un alma, o era simplemente desalmada: De los filósofos predecesores de la revolución en Francia, Diderot no consideraba a la mujer más que un plato sensual; Montiesquieu la pensaba como un ser pasivo; Rousseau un papagayo con gracia: más tarde Napoleón Bonaparte vino a poner un clavo mas al calvario femenino pues para él el romance a la mujer era una batalla, un beso una plaza sitiada, amaba con el sable; y de los más famosos idealistas de la misoginia la de Schopenhauer es insultante; los materialistas, positivistas, espiritualistas, espiritistas, comunistas, socialistas y anarquistas no aciertan a definir un papel de dignificación para las que en aquel entonces representaban aproximadamente el 60% de la especie humana.
En México, no fue sino hasta 1920 cuando cuatro diputados representantes de Yucatán, propusieron que se concediera a las mujeres el derecho del voto, y por supuesto, el derecho a ser votadas. Pero esa iniciativa no fue suficiente ni tampoco los avances de San Luis Potosí, Chiapas, vamos, ni la iniciativa del Presidente Cárdenas en 1937 para dar derechos a la mujer, ni las Reformas de 1947 que sólo concedían el derecho para elecciones municipales. Es hasta el 17 de octubre de 1953 que la mujer obtiene la plenitud de sus derechos políticos, de entonces a la fecha mucho se ha avanzado en la legislación y las conquistas han llegado a ser parte del derecho positivo mexicano como en las Reformas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, donde se prohíbe la discriminación por origen étnico o nacional, de género, de edad, de discapacidades, de condición social, de salud, de religión, de ideología, de preferencias sexuales o de estado civil.
Ya se superó la lucha en ¾ partes del mundo para que el derecho al voto y del derecho a ser votada de la mujer sea una realidad. En casi todos los países que llamamos civilizados, existen leyes que protegen a las mujeres y que promueven su participación en la sociedad, pero hoy tenemos que reinventar las propuestas por la equidad de género, redefinir por ejemplo el cuidado de los hijos como una responsabilidad familiar y del Estado, la conciliación entre la maternidad y el trabajo, salud de las mujeres, responsabilizar al hombre mediante una profunda educación y participación, así como hacernos participes de la salud sexual y reproductiva de ambos sexos.
¡Qué limitado es regalar condones a los jóvenes cuando no los orientamos y educamos en los problemas genitales! Por ejemplo, es el caso del papiloma humano en donde ellos se convierten en portadores asintomáticos de una de las causas porcentualmente más altas del cáncer cervicouterino, podemos evitar este alto porcentaje orientado a las parejas para que ambos sean participes de una educación sexual.
No podemos continuar generando una cultura familiar que dé prioridad a los varones en las oportunidades de educación, postergando a las niñas y adultas. Se debe combatir la violencia contra las mujeres en el hogar, el trabajo y en el transporte público. Cabe finalmente, citar las palabras del secretario general de la ONU: “la energía, el talento y la fuerza de las mujeres y niñas son el recurso no aprovechado más valioso de la humanidad”.
Twitter @jorgegavino
Publicado el día lunes 12 de marzo del 2012 en el Sol de México
No hay comentarios:
Publicar un comentario