Jorge Gaviño Ambríz
“Sin pensamiento no hay cultura, sin intelectuales no hay ideología. Los intelectuales no gobiernan ni deben gobernar, sino pensar; pero sin intelectuales no hay política seria”.
Norberto Bobbio
Intelectual es un término que viene del vocablo latino “intellectuālis” y está estrechamente vinculado con el entendimiento; es aquel que dedica su vida al estudio, reflexión y análisis sobre la realidad. El poder, por otro lado, es un arma de dos filos que trae libertad, pero a la vez seduce hacia la tentación, pues pocas veces deja de ser egoísta, manteniendo en una cuerda floja a todo el que lo posee y su futuro se encuentra en una caja de pandora a expensas de cualquier paso en falso.
Desde hace miles de años, la unión de estos dos conceptos ha sido tema de debate por muchos críticos e historiadores. Platón por ejemplo, creía que los filósofos eran quienes deberían gobernar, pues ellos eran quienes habían escapado de las cadenas de la ignorancia, mientras que Kant sostenía lo contrario al decir que el poder corrompe inevitablemente el libre juicio de la razón. Esta unión resulta controversial como lo explica Pedro Ángel Palou, pues la cultura amenaza al poder al producir pensamiento y este a su vez, lo cuestiona; es por esta razón que la cultura es en muchas ocasiones, manipulada, destruida o censurada. Palou afirma también, que éste es uno de los últimos lenguajes que permiten resistir al poder y mantenerlo vivo es fundamental para toda democracia.
En México, esta relación se define con base en algunos momentos históricos determinados; personajes como Miguel Hidalgo y José María Morelos resaltan por haber logrado una identidad combinada entre lo político e intelectual, durante el periodo de la independencia a la República restaurada, donde la dirección del país se disputaba entre distintos proyectos de nación, la intelectualidad se vio dividida entre realistas y republicanos, más tarde entre conservadores y liberales. Con Porfirio Díaz, a los intelectuales se les impulsó de gran manera al considerar a los científicos como los teóricos del régimen.
La pregunta de si un intelectual debe o no gobernar, se encuentra en voga actualmente en México, debido al próximo cambio de gobierno en el 2012. Periodistas como Adela Micha afirman que "Leer es irrelevante a la hora de Gobernar", pues argumenta que “…ser un lector voraz no era garantía de ser un buen gobernante”… sin embargo, hay quienes piensan que un buen presidente debe ser alguien culto, con educación y con el valor de la lectura, pues además representa al país internacionalmente.
Desgraciadamente en cuestiones presidenciales, México ha sufrido ya un par de tropiezos debido a la falta de de educación en sus mandatarios; como dice Jesús Reyes Heroles: “en política únicamente se comete un error. Todo lo demás es consecuencia…” nuestro último presidente Vicente Fox en 2002, durante la Cumbre de Naciones Unidas para el Desarrollo, realizada en Monterrey, demostrando si no una falta de cultura, sí una carencia de “las buenas formas”, le dijo al presidente cubano Fidel Castro: “comes y te vas”, para que no coincidiera con su homólogo de Estados Unidos George Bush….en otra ocasión ante el Rey Juan Carlos de España, le cambió el nombre al escritor argentino Jorge Luis Borges, al llamarlo “José Luis Borgues”.
La cuestión sería si aún pudiésemos encontrar entre los precandidatos que tenemos alguno que reúna ambas virtudes, la de intelectual y la de “saber gobernar”, pues aún cuando no sean los intelectuales más brillantes, al menos tendrían que ser congruentes con sus proyectos; todos cometemos errores, pero hay maneras de mantener la congruencia y postura, como decía Mark Twain: “Es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido que abrirla y disipar la duda…”.
Twitter @jorgegavino
Publicado en el Sol de México el 19 de diciembre del 2011
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