(Publicado el 19 de septiembre de 2006 en Rumbo de México)
“La diplomacia te saca de un problema
en el que el tacto te hubiera evitado implicarte.”
Brian Bowling*
El pasado martes 12 de Septiembre, el Papa Benedicto XVI dio un discurso en la Universidad de Ratisbona en Baviera, Alemania, provocando un gran agravio en el mundo musulmán. Hay párrafos en la alocución que los islamistas consideraron irritantes, lamentables y desafortunados, toda vez que el Sumo Pontífice dijo que la Yijad o guerra santa del Islam está en contra de Dios, y agregó que defender la fe con la violencia es una cosa irracional. En el contexto de su discurso el Papa cita un diálogo que contrapone a la Biblia con el Corán, planteando la interrogante sobre la relación entre la religión y violencia: “la violencia está en contraste con la naturaleza de Dios y la naturaleza del alma.
Dios no goza con la sangre; no actuar según la razón es lo contrario a la naturaleza de Dios… Para convencer a un alma razonable, no hay que recurrir a los músculos ni a instrumentos para golpear, ni a ningún otro medio con el que se pueda amenazar a una persona de muerte”.
El Papa alemán olvida que en el Antiguo Testamento, que los Católicos consideran Palabra de Dios, se describen, entre otros actos bélicos, la matanza de 24 mil israelitas por una plaga enviada a consecuencia de haber sido infieles a Jehová; o el genocidio relatado en el libro de Números cometido en contra de niños y mujeres; o el diluvio universal; o la destrucción de Sodoma y Gomorra; o la muerte de los primogénitos en Egipto…
En su discurso en Ratisbona, lugar en donde décadas atrás enseñó Dogmática y Teología, Benedicto XVI señaló que las culturas profundamente religiosas y fanáticas ven la exclusión de Dios como un ataque personal a su propia doctrina. Cabe aclarar que esta conferencia fue dada por el líder cristiano un día después del quinto aniversario de las víctimas ocasionadas por un acto terrorista en la Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001.
La cancillería de Irán solicitó al embajador del Vaticano en Teherán, el cardenal Ángelo Michela, que ofreciera una disculpa pública, pues las referidas declaraciones de Ratzinger desataron protestas en distintas comunidades islámicas que podrían tornarse en actos de intimidación en contra de la Iglesia. El director general para Europa Occidental de la cancillería iraní, Ibrahin Rahimpour, consideró que el Vicario del cristianismo es un líder religioso y no debería expresarse en el mismo tono que el presidente de los Estados Unidos.
Como anticipo de la intimidación, en las primeras horas del sábado 16 de septiembre, en la ciudad de Naplusa, Cisjordania, varias bombas caseras fueron lanzadas por un grupo denominado “Leones del Monoteísmo” en contra de dos iglesias, una griega católica y una anglicana; afortunadamente, no hubo lesionados. Además de estos hechos, el grupo armado iraquí llamado Jaiech al Mujaidin o Ejército de los Muyaidines envió un comunicado al Sumo Pontífice, amenazando con destruir la Cruz en el corazón de Roma y manifestando que el Vaticano sería golpeado y llorado por el Papa, a quien denominaron el “perro de las cruzadas”.
Para evitar que esta ola de protestas islámicas causara mayores inconvenientes, el domingo 17 de septiembre, el Papa expresó su pena e indignación porque sus palabras fueron mal interpretadas; lo que intentaba era emplear una cita histórica como ejemplo para abrir el diálogo entre las distintas culturas religiosas. Sin embargo, esta declaración de Benedicto XVI, estuvo lejos de satisfacer a los musulmanes. De acuerdo con Abdel Moneim Abul Futuh, la explicación del Papa no fue suficiente, “…este líder cometió un error y debe disculparse pública y oficialmente.” ¿Hasta dónde llegará el problema? ¿Se disculpará el líder de la Iglesia Católica?
Benedicto XVI echó por tierra los esfuerzos realizados por el catolicismo durante muchos años para evitar pugnas con los musulmanes, como ejemplo de estos esfuerzos baste señalar el documento del Concilio Vaticano II Nostra Aetate, punto tres “Sobre la religión del Islam”, en el que se señala que la iglesia ve con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, creador del universo y veneran a Jesús. Si en el transcurso de los siglos surgieron no pocas desavenencias y enemistades entre cristianos y musulmanes, el Sagrado Concilio exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, procuren y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos los hombres” (28 de Octubre de 1965).
Quienes profesan una fe, son muy sensibles cuando escuchan críticas a sus dogmas, sobre todo, si son formuladas por alguien que no es practicante. El islamismo cuenta con 1600 millones de seguidores, principalmente asentados en el medio oriente, África y Asia; su libro sagrado, El Corán, manifiesta las revelaciones que Alá (Dios), le hizo al profeta Mahoma, por medio del Arcángel Gabriel. El Corán acepta otras religiones y ordena su respeto, pero también señala que debe lucharse contra los ateos. Bajo este principio, los islamitas han sido tolerantes con los cristianos en los últimos tiempos, como quedó demostrado con las minorías cristianas en Turquía y Egipto.
Ser islámico no es sinónimo de ser violento, esa es una interpretación muy desafortunada de Joseph Ratzinger que le traerá consecuencias graves si no es capaz de demostrar a los musulmanes, con diplomacia, humildad y respeto, que se equivocó. Humanae errare est.
*Brian Bowling. Humanista estadounidense
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