(Publicado el 17 de octubre de 2006 en Rumbo de México)
“Pajarito, pajarito, ¿por qué estás tan grandote?
Es que no soy pajarito, soy un guajolote.”
Cuento popular
La chachalaca es un ave galliforme de plumaje café verdoso que habita en los bosques tropicales. La palabra proviene del náhuatl y significa hablar mucho. El pájaro en comento recibe ese nombre en virtud de que, durante el crepúsculo, se reúne en grupos para cantar en forma estridente; en América se da también ese mote a las personas hablantinas y ruidosas. Hoy en día, el término está de moda en nuestro país debido al sinnúmero de alusiones y comparaciones de las aves con los políticos.
Así, por ejemplo, hemos escuchado el símil entre los plumíferos y el zoon-politikon, como la frase de “…no le han quitado ni una pluma a mi gallo”, para referirse a que sigue en la pelea; o la de “¡cállate chachalaca!”, en un intento de silenciar al adversario; o aquella que dice “…pájaro de cuenta”, para señalar que es abusivo y peligroso; o “… pájaro nalgón y petacón”, para referirse al que es presumido y engreído; o “el síndrome de avestruz”, para señalar que alguien se esconde dejando las posaderas fuera; “el pájaro del comal caliente”, para referirse a quien no se está quieto en algún lugar; o “el ave fénix”, para decir que no hay muertos en política; o “el pájaro ¡uy uy uy!”, para referirse al aterrizaje de un burócrata al término del sexenio.
Los comicios celebrados el día 15 de octubre en el estado de Tabasco están creando gran estridencia, como si se tratara de un amanecer con aves cantoras. El pasado domingo, el candidato del PRI a la gubernatura de esa entidad, Andrés Granier Melo, obtuvo el 53% de la votación, mientras que el contrincante de la Coalición por el Bien de Todos, se quedó con el 43%. Pero los resultados de esa elección no solamente implicaron la derrota del PRD en ese estado, sino también en los municipios tabasqueños. Antes del proceso electoral, los perredistas presidían 11 de los 17 municipios, en tanto que el PRI sólo encabezaba 6 de ellos. Esta vez, la votación dio un giro a las cosas pues el PRI obtuvo la victoria en 10 presidencias municipales y los del Sol Azteca sólo consiguieron los 7 restantes.
Importantes municipios ex-perredistas como Balancan, Teapa, Centla, Cunduacan y Paraíso, serán ahora administrados por los triunfadores del Revolucionario Institucional; por su parte, el PRI solamente perdió Comalcalco. El PRD conservará 6 municipios que ya eran del partido amarillo, como Macuspana, Huimanguillo o Cárdenas.
¿Qué tanto influyó López Obrador en esta derrota? Cuando se levantó el plantón perredista en la Ciudad de México, después de las elecciones presidenciales, López obrador se trasladó a Tabasco, su tierra natal, para apoyar la campaña de su amigo, el ganadero César Raúl Ojeda Zuvieta, quien ya había competido en dos ocasiones anteriores por la gubernatura del estado. En esta tercera ocasión, recibió la ayuda del Peje, pero éste venía desprestigiado por su actitud radical en la capital del país y por haber desconocido a las instituciones gubernamentales; además, durante el desarrollo del proselitismo en Tabasco, López Obrador no olvidó ni por un momento su lema de “voto por voto” e insistió en desconocer al presidente electo a quien llamó “espurio”; las mismas peroratas de todo su proceso postelectoral, incluyendo la invitación a la ciudadanía tabasqueña para reconocerlo como presidente legítimo. Con ese afán de protagonismo, es evidente que la presencia de López Obrador opacó a la de César Ojeda y lo acabó hundiendo.
En el transcurso de los 90 días que duraron los actos de dicha campaña, los tabasqueños querían escuchar una plataforma política del PRD que demostrara beneficios y ventajas para el estado y no el mismo rollo de siempre. Los ciudadanos querían conocer las soluciones a los problemas de seguridad, desempleo, desarrollo económico, turismo, cultura, entre otros. La angustia de tener en su Estado a un gobernador que apoyara posiciones radicales como las de no respetar la Ley, de suspender la economía estatal en cualquier momento o de desconocer al Gobierno Federal, se vio reflejada en las urnas. Queda claro que López Obrador, en lugar de asistir a su camarada, lo perjudicó.
El hecho de que el PRI haya obtenido la victoria con el Químico Andrés Grarnier para gobernador, levanta la moral de este partido, de caída desde el 2 de julio pasado, cuando el tricolor se convirtió en la tercera fuerza política del país. En cambio, para el PRD, significó una derrota que reafirma la negativa del pueblo a tener un presidente informal, que apoya la piratería y que tolera la ilegalidad; así como la desaprobación a una persona que se considera a sí misma un prócer.
Los tabasqueños no querían a César Ojeda en el Edén, porque sabían que quien gobernaría realmente sería López Obrador.
En Tabasco habrá tranquilidad a pesar de los ruidos y la alharaca postelectoral. Se repetirá, como en Veracruz, estado natal de Salvador Díaz Mirón, aquel poema inmortal que afirma: “El ave canta aunque la rama cruja, como que sabe lo que son su alas…”
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