“Yo nunca dije la mayoría de las cosas que dije.”
Yogi Berra
El miércoles de esta semana ocurrió algo que en su momento pareció extraño. El presidente de la República abrió un espontáneo paréntesis en su conferencia matutina para sincerarse con la audiencia y declaró: “...no crean que yo vengo aquí ya con ideas analizadas, no, yo vengo aquí a hablarles de manera sincera, decirles lo que siento, lo que conozco, lo que es mi experiencia.”
Entonces recordé que, apenas unas mañaneras antes, el mandatario había repetido en dos ocasiones una misma falsedad que ahora puede atribuirse a esa falta de análisis previo de las ideas.
El 3 y 7 de agosto respectivamente, el presidente habló sobre el coronavirus y, como un bateador que sale a hacer swing a lo primero que le tiran, abanicó dos veces diciendo: “Los niños pueden no contagiarse” (strike uno) y “Afortunadamente esta pandemia no afecta a los niños” (strike dos).
Falso y peligroso. Aunque se reconoce el candor del titular del Ejecutivo, declarar basándose en el sentimiento en plena pandemia es un error.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud: “Las investigaciones indican que los niños y los adolescentes tienen las mismas probabilidades de infectarse que cualquier otro grupo de edad (...) tienen menos probabilidades de desarrollar una enfermedad grave, pero con todo se pueden dar casos graves en estos grupos de edad.”
En las “Grandes Ligas” este tipo de equivocaciones no se perdonan. El pasado 5 de agosto el presidente Donald Trump, subió a sus redes sociales un video donde decía que había que reabrir las escuelas porque “los niños son casi inmunes a esta enfermedad”.
Esto, a pesar de que las autoridades sanitarias acababan de informar que, tan solo en las dos últimas semanas de julio, casi 100 mil niños en Estados Unidos habían dado positivo al COVID-19.
Como resultado Twitter suspendió temporalmente la cuenta de Trump hasta que borrara la publicación, Facebook retiró el video y un vocero emitió la siguiente declaración: “Este video incluye afirmaciones falsas acerca de que un grupo de personas es inmune al COVID-19, lo cual es una violación a nuestras políticas sobre desinformación perjudicial de COVID”.
Mientras tanto, en nuestro país, ninguna autoridad (sanitaria ni de gobierno) ha decidido dar la cara para desdecir la “fake news” del principal dirigente e informar con claridad.
Resulta muy marcada la doble moral del umpire que canta “¡bola!” (o se hace de la vista gorda) cuando le conviene al equipo de casa, pero no tiene empacho en señalar el out con un dedo flamígero en caso contrario.
Para terminar me gustaría hacerle una humilde y respetuosa recomendación al presidente de la República: cuando se trate de temas que puedan poner en riesgo la vida y la salud de las personas, es mejor sí llegar con las ideas analizadas.
No vaya a suceder que, en otra de las frases célebres del legendario catcher de los Yankees cuyas palabras sirven de cabeza a este artículo, termine cometiendo “demasiados errores equivocados”.
Cuidado con el strike tres, hay veces que es mejor estudiar al pitcher.
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