“’n Boer maak’n plan.” (Un granjero hace un plan.)
Dicho Afrikaans
La agricultura es una de las actividades humanas donde la
improvisación, la capacidad de adaptarse a los eventos completamente
azarosos de la Tierra, cobran mayor importancia.
Por eso
no es raro encontrar frases como la que encabeza este artículo en
aquellas culturas que han hecho del campo y su cultivo una actividad
central, como lo es el caso de Sudáfrica.
Este
dicho tuvo su origen hace cientos de años en las colonias neerlandesas
que se establecieron en el sur del continente Africano y se utiliza para
referirse a las muchas veces “ingeniosas” soluciones que elaboran los
campesinos cuando las cosas no salen como lo habían planeado en un
primer momento. Un “Plan B” completamente improvisado.
Algo así sucedió esta semana con la estrategia federal para hacer frente a la crisis de salud en México.
La
tarde del 2 de junio, el subsecretario López-Gatell respondía a una
pregunta sobre la confusión que han generado los indicadores de
reapertura en todo el país, con las siguientes palabras: “La velocidad
de reducción no es totalmente clara y eso explica que la cantidad de
casos que se observan en este momento supera a lo que originalmente se
proyectó en la fase de descenso.”
Es decir: Nos falló el modelo.
Por si no fuera poco y el fracaso no quedara claro, en la conferencia
del día siguiente el Dr. Alomía, director general de Epidemiología,
presentó la integración de una “nueva escala de cuatro colores, que es
una escala de colores más o menos de diferentes variantes del tono
violeta, lila o morado” para poder ajustar a la gráfica la carga
acumulada de casos de la epidemia por entidad federativa.
El ajuste tuvo que darse porque la cantidad de casos por Estado ya rebasó (por mucho) lo que habían previsto en un principio.
Estas
correcciones, igual que las de los números de defunciones, no fueron
aceptadas clara y expresamente, sino que más bien se dieron a conocer
con un tono de aparente naturalidad, como si de esa forma se lograra
mantener la tranquilidad y sensación de seguridad en la población.
No
es extraño que en cualquier ciencia, nuevos resultados y avances
tecnológicos obliguen a que los autores de ciertas teorías tengan que
retractarse. Todo lo contrario: los más grandes científicos que
conocemos han tenido que desechar sus ideas cuando la evidencia las
contradice.
Pero lo que vemos en el caso que nos ocupa, no es una
retracción sino una serie sistemática de pifias que intentan ser
borradas con una sonrisa.
Para ejemplo el número de defunciones:
el 4 de mayo Gatell dijo que podríamos esperar entre 6 y 8 mil
lamentables fallecimientos; el 15 de mayo el número subió a 15 mil; el
27 de mayo (cuando las muertes ya habían rebasado su proyección
original) dijo que serían entre 25 y 30 mil. El jueves 4 de junio
declaró, ante los Diputados Federales, que la cifra podría llegar a los
35 mil muertos.
Al día de hoy, ninguna de las estimaciones del gobierno ha resultado correcta.
Las
discusiones de si se aplanó la curva o no, si las pruebas sirven o no
sirven o si las medidas se aplicaron a tiempo o fueron tardías han
quedado rebasadas por la realidad y la improvisación al descubierto.
Ya
no esperamos un “Plan B” porque está claro que el epidemiólogo, a
diferencia del granjero, nunca tuvo un “Plan A”. Lo que ahora tenemos
que hacer con urgencia es desvincularnos de las ocurrencias del
científico favorito del régimen y encargarnos localmente de nuestra
propia estrategia.
Por cierto: hasta el 5 de junio Sudáfrica, un
país de 60 millones de habitantes, había registrado 848 muertes. Esa
misma fecha, México llegó a 12,545 decesos reportados.
Publicado en: https://www.elsoldemexico.com.mx/analisis/fallo-el-modelo-5327885.html
Vicecoordinador del Grupo Parlamentario del PRD
Vicecoordinador del Grupo Parlamentario del PRD
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