Es un error capital teorizar antes de tener toda la evidencia.
Sherlock Holmes
Sherlock Holmes
El pasado 14 de mayo, el subsecretario
Hugo López-Gatell recibió una pregunta muy concreta sobre el bajo número
de pruebas de diagnóstico que ha realizado México: —¿Fue cuestión de
presupuesto? —La respuesta fue precisa—: No.
Siguió inmediatamente un segundo
cuestionamiento: —¿Fue cuestión de decisión técnica? —A lo que el
subsecretario respondió—. Es correcto.
De acuerdo con el encargado de la
estrategia para atender la emergencia sanitaria por el COVID-19 en
nuestro país, no nos hacen falta pruebas.
Esto no es nuevo. Desde el inicio de la
crisis, las autoridades mexicanas han sido interrogadas constantemente
por este hecho. La pregunta cobra mayor relevancia ante el anuncio de
que pronto “regresaremos a la nueva normalidad”.
¿Cómo regresar a
algo que es nuevo? Desde un sentido lógico, el argumento resulta una
falacia. Este tipo de errores tan evidentes en la construcción de un
plan, sustentan la impresión que muchos tenemos respecto al manejo de la
epidemia en nuestro país: se trata de una improvisación.
Hace menos de un mes, el Harvard Global Health Institute
publicó un estudio donde advierten que, para que un plan nacional de
reapertura económica sea exitoso, debe de minimizarse un factor llamado
“índice de positividad”.
El índice de positividad es el
porcentaje que se obtiene de calcular el total de infecciones
confirmadas contra el total de pruebas realizadas. En el caso de México,
hasta el pasado viernes, este índice era del 27% según las cifras
oficiales: 45,032 casos positivos de 163,691 pruebas realizadas.
Para ponerlo en contexto, Corea del Sur
(uno de los países que mejor ha logrado limitar las transmisiones
basándose en pruebas) tiene un índice de positividad del 3% y la
Organización Mundial de la Salud ha sugerido que este índice no debe
rebasar el 10%.
La conclusión a la que llegaron los
investigadores de Harvard es que, realizar pruebas de manera ubicua, es
esencial para que cualquier nación pueda implementar una reactivación
económica por fases, y permitir que esa economía permanezca abierta.
De lo contrario, la probabilidad de que
haya un rebrote de mayor fuerza aumenta. Si la gente sale a realizar sus
actividades cotidianas y nuestra capacidad de pruebas sigue siendo tan
limitada, el resultado puede ser catastrófico.
Los datos son un elemento fundamental
para el método científico. En este caso, resulta insólito que un
científico decida apostar por una estrategia que se basa más en
corazonadas y estimaciones “de buen cubero”, que en evidencias para
sustentar sus acciones.
Teorizar sin datos, sesga el juicio. Si tenemos el dinero, ¿por qué no invertir en pruebas?
Publicado en:https://www.cronica.com.mx/notas-necesitamos_pruebas-1154092-2020
Twitter: @jorgegavino
Facebook: JorgeGavinoOficial
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