Reflexiones en el tiempo

17/3/20

APLANAR LA CURVA

“Liderazgo: Cualquier cosa que suceda, tú eres responsable.
Si no sucede, tú eres responsable.”
Donald J. Trump

La frase que sirve como epígrafe de este artículo, fue publicada por el actual presidente de Estados Unidos a finales del año 2013 en su fatua y malquista cuenta de Twitter.
Esas mismas palabras que entonces estaban dirigidas para criticar a otro, han regresado para aguijonearle, como el más feroz de los tábanos, por el pésimo manejo y la reacción tardía ante el brote de coronavirus en su país.
Es difícil escribir sobre el coronavirus por la forma rampante y exponencial en la que se propaga su contagio, una velocidad que ha sorprendido a los epidemiólogos. Cualquier cifra que pudiera plasmar en este texto sobre la crisis actual, estaría desfasada al momento de su publicación.
Pero hay un concepto inmune a esa caducidad, el único mensaje que prácticamente todos los especialistas en salud pública coinciden en señalar como “esencial” para evitar el colapso de nuestros sistemas de salud: “aplanar la curva”.
“Aplanar la curva” se refiere a implementar medidas para disminuir el ritmo de los contagios y evitar que los hospitales se saturen de pacientes. Es decir, aceptar el hecho de que ante un virus nuevo y altamente contagioso, mucha gente se va a enfermar. Lo importante es que no se enfermen todos al mismo tiempo.
Es una paradoja: Al disminuir el ritmo de infecciones el brote durará más tiempo pero, al no colmar la capacidad hospitalaria, la letalidad es mucho menor.*
La historia de este concepto se remonta a 1918, a la pandemia conocida como “la Gripe Española”, por la cual se estima que murieron entre 50 y 100 millones de personas.
En octubre de ese año el Dr. Rupert Blue, Cirujano General de Estados Unidos, recomendó a todas las autoridades locales “clausurar todos los lugares de reunión pública si su comunidad estaba amenazada por la epidemia”.
El alcalde de Saint Louis tomó el consejo casi de inmediato. Cerró escuelas, iglesias, logias y salas de baile, canceló eventos, reuniones, incluso funerales públicos. La tasa de mortalidad subió pero permaneció estable durante todo el otoño.
En contraste, Filadelfia decidió ignorar todas las medidas. El número de muertos se disparó, alcanzó un máximo espeluznante.
Este ejemplo sirve para ilustrar los efectos que puede tener la falta de decisión por parte de la autoridad en una crisis como la del coronavirus. Seguir con nuestra vida cotidiana, pone en riesgo a los más vulnerables.
Los virus necesitan multitudes para sobrevivir. Hoy, contrario a lo que algunos piensan, el verdadero liderazgo consiste en decirle a esas multitudes que se dispersen.



*Vicecoordinador del Grupo Parlamentario del PRD en el Congreso de la Ciudad de México.


Publicado en: https://www.cronica.com.mx/notas-aplanar_la_curva-1148388-2020


Twitter: @jorgegavino
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