Jorge
Gaviño Ambriz
“¡Hey, Carlangas!,
¡no quieres a Memín por negro?
-lo negro no importa,
es por lo chaparro.”
Fragmento
de Memín Pinguín, de Yolanda Vargas Doulché*
La historia del mundo es
acompañada de la historia de las discriminaciones, se repiten patrones
históricos, sentimientos de xenofobia, racistas, nacismos. La causa es sólo un
pretexto: pobreza, el color de la piel, preferencias sexuales, educación,
discapacidades, edad avanzada, ignorancia, apariencia física, vestimenta,
desempleo, sobrepeso, religión, forma de hablar, enfermedades…con su infinidad
de etcéteras.
En México, un 32% de las
personas encuestadas en 2013, por el Consejo para Prevenir y Eliminar la
Discriminación (COPRED), reconoció haber sido maltratada principalmente en el
trabajo, la calle, alguna institución pública, escuela o el transporte público.
El derecho a la igualdad; es
entre el derecho a la educación, la salud y el trabajo, de los fundamentos
esenciales para alcanzar una sociedad equilibrada y respetuosa de los derechos humanos.
La discriminación se asocia
con hacer menos a las personas, con una idea de superioridad y por consiguiente
de una correspondiente inferioridad hacia un semejante, muchas veces hemos
presenciado un diálogo entre un citadino y un campesino; y como uno se dirige
al otro de “Usted”, mientras que el que se siente superior tutea…
Como decía Samuel Huntington,
“La principal fuente de conflicto en un nuevo mundo, será la cultural”, es
entonces la diferencia cultural y la carencia de ésta, la que impele la
discriminación; y será también la cultura la única posible solución a este
grave problema que padecemos.
Hay que evitar el falso
planteamiento de un status de superioridad cívico, económico, o de cualquier
otra índole, ofertando como única perspectiva la segregación de individuos;
como dijera Albert Einstein “una triste época la nuestra, donde es más fácil
desintegrar un átomo, que un prejuicio”.
La discriminación es la
lacra del nuevo siglo; aquella triada libertaria que se acuña desde el enciclopedismo
francés de: ¡Libertad! ¡Igualdad! ¡Fraternidad! esta inconclusa; cada una de esas
palabras constituye una columna que sostiene la mesa donde se depositan los más
caros ideales de la humanidad; sin alguna de ellas, ésta será insostenible.
Twitter: @jorgegavino
(Publicado el día 23
de agosto del 2013 en La Crónica de Hoy)
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