Reflexiones en el tiempo

13/8/12

RICHARD WAGNER

Jorge Gaviño Ambriz.

“El genio se compone del dos por
ciento de talento y del 98 por ciento
de perseverante aplicación”. 
Ludwing Van Beethoven.


Wilhelm Richard Wagner, mejor conocido como “Richard Wagner, el poeta de los sonidos y de las palabras”, fue un compositor, director de orquesta, poeta y teórico musical que nació en Leipzig, Reino de Sajonia, en 1813. Su infancia, fue influenciada por su padrastro Ludwig Geyer, actor, pintor y poeta que sembró en el pequeño su temprano entusiasmo por las manifestaciones artísticas.

Sus primeras óperas  como “Las hadas” y “La prohibición de amar”, mostraban su adhesión a Weber, Marschner, Bellini, Meyerbeer, pero no revelaban nada de lo que caracterizaría al futuro compositor. En 1839 y a la edad de 26 años, con “Rienzi” se lanzó a la conquista de Paris abandonando las filas de los kapellmeister (directores de orquesta).

“Rienzí” se basó en la novela de Bulwer-Lytton que narra la historia de Cola di Rienzi, un tribuno romano que en 1347 convocó a su pueblo en el Capitolio y con el apoyo de un representante papal, promulgó una serie de leyes que pretendían devolver el tan añorado sueño de la antigua Roma: “el orgullo del pueblo romano”.

Un rasgo característico de la vida de Wagner fue el desprecio que sentía por los judíos, a quienes dedicó su estudio “El judaísmo en la música” y en el que manifestaba: “Si al judío le sucede elevar el tono de su discurso hasta el canto, su animación nos parece ridícula, y como nunca toma el acento de una pasión susceptible de emocionarnos, se nos convierte en insoportable”.

Esta opinión de 1850, quizás tuvo relación con la atracción que Adolfo Hitler sentía por su música, pues a los 17 años quedó fascinado con “Rienzi” al verla y escucharla por primera vez. Se identificó con el tribuno romano elegido por la Providencia para hacer resurgir de nuevo la ciudad de Roma y consideraba que gracias a “Rienzi” descubrió su vocación política.

“Parsifal” fue el último drama musical de Wagner, se estrenó en 1882 poco antes de su muerte. En él se narra un pasaje de la historia mítica del Santo Grial, custodiado por caballeros castos en la montaña Monsalvat, en los Pirineos. Amfortas, líder de los Caballeros del Santo grial, buscaba destruir a Klingstor, un antiguo caballero que quería apoderarse del cáliz utilizado por Jesús en la última cena.  

Influenciado por esta ópera, Hitler solicitó a Heinrich Himmler, su colaborador más cercano y jefe de la Policía Secreta nazi, que organizase una misión a la abadía de Montserrat en Barcelona, donde pensaba encontrar el Santo Grial. Creía que con su descubrimiento ganaría la Segunda Guerra Mundial y podría obtener poderes sobrenaturales. El hecho de que Jesucristo fuese judío y el odio de los nazis a este grupo, llevó a Hitler a creer que “el mesías” era ario.

La grandeza de la música de Wagner, su antisemitismo  y su fuerte identidad alemana, lo hicieron un compositor atractivo para Adolfo Hitler y los nazis. Lo anterior ha originado que, terminada la segunda Gran Guerra, su obra no fuese atractiva. 

Sin embargo, no podemos negar que grandes corrientes musicales, desde el expresionismo hasta el impresionismo encuentran en Wagner su verdadero origen. En el empleo de acordes que producen una sensación de inestabilidad o ambigüedad, en el enlace de ideas en términos poético-musicales y en el drama musical que trata las emociones internas de los personajes. 

Twitter @jorgegavino

Publicado en el Sol de México el lunes 6 de agosto del 2012

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