Jorge Gaviño Ambriz
“Ya no podemos perder el tiempo en seguir aprendiendo técnicas espirituales cuando aún estamos vacíos de amor.”
Chamalú, indio Quechua.
En un remanso de naturaleza localizado en el corazón de la delegación Iztacalco, tuve la oportunidad de acompañar a Ricardo Galindo Benítez “Ozelotl”, candidato a diputado local por el distrito XVI y a equipo de campaña, quienes danzaron hacia los cuatro puntos cardinales, cuando el sol se encontraba en el cenit (punto central del cielo) y debajo de la cabeza de los presentes.
En el centro del jardín, se podía apreciar un Tlalmanali (altar sobre la tierra) que contenía los cuatro elementos fundamentales para el ser humano: Tláloc (agua), Huehueteo (fuego), Oposhconi (tierra), Otecocoli (un caracol que ejemplificaba al viento) y al centro del altar se encontraba Tonatiuh (el sol).
La danza comenzó a las 12 horas y con ello se buscaba honrar a los elementos, en una representación de todo lo que se encuentra arriba en el cielo. Las personas que participaban en la misma, se colocaron en forma de círculo, haciendo una cadena humana que permitía que la energía de cada uno fluyera con la del otro. Cada persona representaba un planeta y adentrados en la danza giraban alrededor del altar como los planetas giran alrededor del sol.
Existen 400 danzas diferentes, me dijo Ozelotl, 400 es un número que ejemplifica las voces del cenzontle y cada danza alude a algún animal o elemento de la naturaleza.
La forma de transmitir este sagrado conocimiento es oral, de generación en generación. “En 1521 hubo una concentración del conocimiento por parte de los abuelos”, me explica, “esto como parte de la profecía de Cuauhtémoc que el conocimiento sería guardado. No fue sino con el eclipse solar de 1991 cuando comienza un nuevo ciclo, un ciclo que marca la apertura de la transmisión oral del conocimiento y que asegura su perpetuación por generaciones”.
Ozelotl se desempeña profesionalmente como profesor de literatura y danza. Como maestro, lo primero que les enseña a sus alumnos es conocer los cuatro rumbos de las energías y las diferentes danzas que realizan a los elementos, pero sobre todo una filosofía de vida basada en el respeto y la armonía, “primero hacia nosotros y nuestro cuerpo para estar en armonía con los demás seres humanos y nuestro entorno”.
Esta forma de vida no es una religión o fanatismo, como muchos la consideran; es un estilo de vida basado en un despertar de conciencia que hace que a los seres humanos regresen los valores perdidos tales cómo: respeto, honestidad y responsabilidad, por mencionar algunos.
“Tehuac in nehuac, nehuac in tehuac: tú eres yo y yo soy tu”, me dijo mirándome fijamente a los ojos. “Si nos cortamos, la sangre que fluye de nuestro ser es la misma en todos, porque todos somos parte de la creación”.
Su forma de vestir, similar a como vestían nuestros antepasados, tiene una relación directa en la conexión del ser humano con la naturaleza, la muñequera que porta, es porque tenemos trece coyunturas nerviosas y esto le permite protegerlas.
En el caso del izcualmecatl, una banda que porta en la cabeza, es para apretar las sienes buscando que el corazón bombee más sangre al cerebro y éste tenga más oxígeno. Las plumas que porta en su cabello, son la representación del cabello largo. El cabello tiene fibras nerviosas que absorben energía y permiten una mejor conexión con el entorno, por ello las mujeres son más sentimentales y tienen una mayor conexión con su entorno, porque tienen su cabello largo, asegura Ozelotl.
Antes de iniciar esta danza, Ozelot envió un mensaje a los ahí presentes para sumarse a esta, más que filosofía, forma de vida. Por lo que yo los invito a prepararse física y espiritualmente toda vez que quien carece de una de estas necesidades del ser humano, simplemente no está completo.
Twitter @jorgegavino
Publicado en el Sol de México el día lunes 18 de junio del 2012
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