Jorge Gaviño Ambriz
"El cuerpo humano no es más que apariencia, y esconde
nuestra realidad. La realidad es el alma."
A mediados del siglo XIX en Francia, se vivía una ebullición filosófica, una corriente llamada espiritismo; "la doctrina de quienes suponen que a través de un médium o medio, se pueden comunicar con los espíritus de los muertos”, entendiéndose como médium a la persona a la que se considera dotada de facultades paranormales y que le permite actuar de mediadora en las comunicaciones con las almas. “La escritura automática” se da cuando se escriben los mensajes de los espíritus invocados, sin la participación consciente del escribiente.
Allan Kardec, fue uno de los seguidores del espiritismo y fundador de la revista de la misma corriente: “La Revué Espirite”. Francisco I. Madero tuvo influencia directa y contacto con esa publicación pues su padre era suscriptor, de esta manera algunos números de la revista llegaron a sus manos.
Tiempo después, Madero toma con seriedad esta “filosofía”, de acuerdo a sus memorias, compró todos sus libros, pues consideraba las doctrinas de Kardec racionales y apasionantes, más tarde se tornó totalmente espiritista.
Madero llevaba una vida rural y no se veía interesado en la política, incursiona en la misma hasta principios del siglo XX debido a la inconformidad general por falta de democracia. Se destaca como escritor, colabora en el diario “El Demócrata”, en donde invitaba a los ciudadanos a luchar por la libertad electoral.
Su participación en este periódico no fue la única, utilizó también su facultad espiritista mediante “la escritura automática” y recibió dictados de diversos seres a través de los cuales llenó infinidad de líneas ágata donde cada idea, cada párrafo, era escrita por la mano de Madero, pero dictada por seres extracorpóreos al encontrarse en trance.
Las comunicaciones del “siervo de la democracia” abarcan dos periodos, en el primero, Madero era un médium escribiente, y las comunicaciones eran firmadas por los espíritus, principalmente dos presencias de antiguos familiares, Raúl su hermano menor y José Ramiro, quien normalmente firmaba como “José”. Se dice también que uno de los espíritus que se comunicaban con él, firmaba como BJ, es por esto que algunos autores creen que pudo haber sido el propio Benito Juárez, quien le auguraba un triunfo en la vida política, éste espíritu BJ; le dictó un libro revolucionario que hizo época, “La Sucesión Presidencial”; BJ no se equivocó, el libro y Madero trascendieron en la historia. El “ente” también le comentaba que debía combatir a un hombre astuto y falso; diciéndole que debía actuar con lealtad, sinceridad y franqueza. Le insistía en que tuviera fe inquebrantable en la justicia de su causa.
Dentro de las comunicaciones se utilizaban términos como libertad, lucha, justicia, patria, entre otros; José llamó a Madero “soldado de la libertad y el progreso”, así como “luchador infatigable por la causa de la libertad”. Los espíritus le recomendaban lecturas de historia mexicana. “La Sucesión Presidencial” expone ideas de un cambio democrático, proponiendo el tránsito hacia un verdadero progreso. Utilizó la frase “sufragio efectivo no reelección”, comprensible para toda la sociedad y convirtiéndose en un éxito rotundo.
El segundo periodo de su facultad de médium, se desarrolló de tal forma que los espíritus le hablaban mentalmente, revelándole su gran misión: la libertad.
Ya sea de manera espiritista o no, Madero fue una persona de grandes ideales, metas y sueños de democracia para México, materializando lo que Benito Juárez soñó: “la libertad es el destino de la humanidad futura, la democracia su indestructible arma, la perfección posible el fin hacia donde se dirige”.
Twitter @jorgegavino
Bastante interesante, Madero fue en personaje que vivió "retirado" de la política y al final se somete a ella para sucumbir con quienes lo traicionaron. Cercano a Tlatelolco hay un lugar donde se efectúan estas prácticas, el lugar parece ser fue uno de los lugares a donde acudía cuando vivíó en el DF.
ResponderEliminarMUY BUEN ARTICULO, Q.´.H.´., Giuseppe Garibaldi
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