Reflexiones en el tiempo

25/1/11

¿QUÉ TANTO SABEMOS?


(Publicado el 11 de octubre de 2005. Excélsior)
“Dios mueve al jugador, y éste la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo, tiempo, sueño y agonías?”
Jorge Luis Borges*

Ampliamente recomiendo el fi lm que todavía se exhibe en cartelera “¿Y tú qué *&% sabes?”; parte documental y parte narrativa que abre la discusión y la polémica para aquellos que viven la vida, no para los que “pasan” la vida... En verdad ¿Qué tanto sabemos? Si la realidad no es cuestionable, su noción sí lo es porque puede variar con cada pensamiento, con cada actitud, incluso con procesos neurológicos.

Al principio, los científicos pensaban que los átomos eran la unidad más pequeña de materia siendo, por tanto, indivisible. Se creía que eran como pequeñas pelotitas llenas en su totalidad, pero conforme la ciencia fue avanzando se descubrió que los átomos eran, principalmente, espacio vació con un pequeñísimo e insignificante núcleo que ahora sí prometía ser un sólido centro concentrado. Sin embargo, las últimas revelaciones científicas han demostrado que ni siquiera el núcleo se comporta de esa manera, ya que éste sin previo aviso desaparece de nuestra dimensión y se va a un lugar desconocido.

Después de saber de qué está conformada la materia que considerábamos tan absoluta, es más fácil concebirla como algo más intangible que tangible. La física cuántica nos dice que nosotros creamos la realidad, que lo que creemos ver o tocar no es más que producto de nosotros actuando como observadores. Este razonamiento nos lleva a pensar: “…entonces, ¿por qué la gente se produce una realidad tan mísera en algunos casos?” Sin embargo, lo que sucede es que estamos tan predispuestos a ciertas situaciones que nosotros mismos nos inducimos a crearnos estas realidades. Lo que en realidad importa entonces es quitarnos esta idea de que el mundo exterior podría existir sin nosotros, porque éste es una consecuencia directa de nuestra percepción, o como diría Descartes “Cogito ergo sum”; pienso, luego existo.

Cuántas veces nos hemos preguntado sobre el significado de nuestras vidas, sobre la realidad, sobre otras dimensiones, de cómo se intercomunican los eventos con la suerte, la casualidad, la ira, los vicios, el amor, etc. También nos cuestionamos sobre el universo de cómo nació, si es fi nito o infinito, cómo evoluciona, si tuvo principio y si tendrá un fi n. Gracias a los conocimientos en física cuántica, teorías relativistas y herramientas atómicas y nucleares, el astrónomo americano Edwin P. Hubble demostró el alejamiento de las galaxias, en un universo que se encuentra expandiéndose, inflándose, creando el modelo de las teorías del Big Bang o Gran Explosión.

Maseru Emoto, afirma que la voz, pensamientos y emociones humanas, pueden alterar la estructura molecular del agua. Al parecer, el agua tiene una especie de memoria donde almacena la información que le reportan los campos magnéticos generados por las sustancias, plantas, flores, animales, rocas, etc. Este investigador, tomó más de 10,000 fotografías a la estructura molecular congelada, mostrando hexágonos cristalinos; sin embargo, éstos variaban si el agua estaba contaminada. Después, expuso este líquido a la música, al sonido de las palabras, y las figuras variaban considerablemente. Esto demuestra que el agua es un ente, que modifica su estructura sin perder su naturaleza y ya que el cuerpo humano está formado de más del 70% por este vital líquido, podemos transformarlo internamente en estructuras equilibradas, con base en nuestra actitud positiva, de auto aliento o de meditación.

Ahora bien, hay aspectos que unen a la ciencia con lo espiritual, que eliminan las fronteras y que permiten un conocimiento más amplio del ser, respetando su naturaleza y sin deformar su esencia. El conocerse a uno mismo es aprender a vencer miedos y ansiedades, a eliminar vicios y a ganar sabiduría. Quizá tengan razón los discípulos de Hermes que en El Kybalion afirmaron que “el universo es mental”.

*Jorge Luis Borges. Escritor argentino nacido en 1899, considerado uno de los autores más destacados de la literatura en español del siglo XX. Murió en Ginebra en 1986

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