(Publicado el 15 de marzo de 2005. Excélsior)
“La mayoría tiene muchos corazones, pero no tiene corazón”.
Otto Von Bismarck*
Hace unos días, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal modificó su Ley Orgánica en lo que respecta a los requisitos para nombrar a un Jefe de Gobierno sustituto. Antes de que esto ocurriera, se requería del voto afirmativo de la mayoría calificada de los integrantes de la Asamblea (2 tercios de los asambleístas, es decir 44 votos); pero recientemente, se propuso una modificación que levantó polémica: bajar a la mitad más uno el número de votos requeridos, en total 34. Situación que da ventaja al Partido de la Revolución Democrática (PRD) que cuenta con más de la mitad de asambleístas (37 diputados).
Lo anterior, al margen de la vocación democrática que me consta tienen algunos diputados del PRD, constituyó “un albazo” antidemocrático cuyo objetivo fue reformar el artículo 92 de la mencionada Ley Orgánica, a fin de que el sustituto del Jefe de Gobierno del D. F. sea aprobado por mayoría simple.
Lo evidente es que el PRD quiere ligar el nombramiento de un nuevo Jefe de Gobierno sin negociación alguna con los partidos minoritarios, no desea que la oposición tenga la posibilidad de “vetar” al “ungido” en caso de que López Obrador deje el poder antes de que cumpla su encargo. Es lógico que los perredistas le teman al desafuero, pero más allá de este hecho, están preparando la escena para dejar a un gobernante en el D. F. que apoye totalmente el proyecto de López Obrador para la Presidencia de la República. Esta reforma constituye un retroceso en la democracia mexicana, atenta contra la pluralidad y favorece el régimen totalitario. Recuerdo con nostalgia esos debates interminables de la segunda Asamblea de Representantes del Distrito Federal, en donde Amalia García, Pablo Gómez, Demetrio Sodi de la Tijera, entre otros, se desgarraban las vestiduras demandando mayoría calificada para la toma de decisiones importantes. Los partidos políticos opositores al Revolucionario Institucional, para atenuar el avasallamiento de que eran objeto, cuestionaban severamente cualquier forma de mayoría con la que el partido hegemónico legitimaba sus decisiones, denominando a tales modalidades con el nombre de mayoriteo.
Hoy, a los perredistas se les olvidó que la mayoría calificada es un avance en todos los parlamentos del mundo. A los legisladores del PRD se les escapa que la Asamblea Legislativa representa la voluntad de todo el pueblo del D. F. Con esta transformación legislativa regresamos al famoso “dedazo”, práctica que los mismos perredistas criticaron antaño.
El valor de la democracia consiste en el respeto de una escala de valores que nos rigen y que nos permiten guardar el orden; así como tener la esperanza de llegar a convivir en una sociedad más justa y equitativa; de lo contrario, surge el caos, la anarquía y la ley del poderoso, donde las atrocidades y los abusos de autoridad no son castigados sino premiados, el regreso a la ley de la selva. El ejercicio de la democracia no consiste solamente en votar o en que la mayoría elija, sino que implica una práctica diaria responsable de nuestros actos.
La Asamblea Legislativa comete un error al preparar el terreno para la elección del sustituto con el pretexto de la “gobernabilidad” perjudicando a la democracia. Al no contar la reforma con el apoyo del PRI, PAN y PVEM, se comete un contrasentido poniéndola en riesgo por la vía de la Controversia Constitucional, toda vez que se reformó un artículo que contemplaba la mayoría calificada por medio de una mayoría simple. Es como abrir un candado, prescindiendo de la llave, mediante ganzúas.
Lo que inspira al legislador para crear sistemas de la mayoría calificada, es poder garantizar una solución más confiable y fundada de los asuntos parlamentarios y, por otra parte, asegurar una mayor tranquilidad institucional, la cual resulta necesaria para el normal desarrollo de la vida comunal. Si se permitiera artificialmente reducir la mayoría requerida para la toma de tales medidas, no resultarían extraños la inestabilidad y el desconcierto en la población.
Los legisladores de todos los partidos se espantan del llamado mayoriteo, pero hoy el PRD ahonda el desprestigio del principio de la mayoría calificada como fuente legitimadora, y se echa en brazos de la anteriormente atacada mayoría simple.
Montesquieu afirmó que la democracia debe guardarse de dos excesos: el espíritu de desigualdad, que la conduce a la aristocracia; y el espíritu de igualdad extrema, que la conduce al despotismo. El grito de los citadinos surge con desesperación: ¡Luz para nuestros gobernantes!
*Otto Von Bismarck (1815-1898) Político prusiano, artífice de la unificación alemana y pieza clave de las relaciones internacionales de la segunda mitad del siglo XIX. Fue ministro-presidente de Prusia de 1862 a 1873. Llamado el Canciller de Hierro, al desempeñar ese cargo en Alemania durante 1871 y hasta 1890.
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