(Publicado el 5 de diciembre de 2006 en Rumbo de México)
“La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes
de los dictadores, sino sobre las faltas de los demócratas”
Albert Camus*
La tierra sudamericana que el cartógrafo italiano Américo Vespucio denominó Venezuela, tuvo su proceso electoral el pasado domingo. La República Bolivariana elige a su presidente a través del voto directo y universal, para un mandato que tendrá una duración de 6 años, con posibilidad de reelección para otro período consecutivo, esto último, debido a una modificación a la constitución venezolana consecuencia de una iniciativa de Hugo Chávez. En estas elecciones contendieron dos candidatos: Hugo Chávez y el social demócrata Manuel Rosales, actual Gobernador del estado Zulia y único que se atrevió a desafiar al líder bolivariano socialista. Su candidatura fue tolerada por el “chavismo” a pesar de que su movimiento aglutina a extremistas de derecha, partidos tradicionales, corporaciones empresariales y sindicales.
De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Venezuela (CNE), unos 16 millones de habitantes fueron a las urnas. La jornada electoral se desarrolló en un clima de paz, aunque Rosales ha expresado dudas acerca de supuestos retrasos deliberados en algunos centros de votación y ha denunciado problemas con el sistema automatizado en zonas favorables a la oposición. Este candidato de oposición sólo obtuvo el 39% de los votos y ya asumió su derrota, por lo que Venezuela continuará, por lo menos otros seis años, con Hugo Chávez al frente.
Hugo Chávez Frías es el tercero de siete hijos, aficionado al béisbol, fue monaguillo y tenía intenciones de ser sacerdote católico; ingresó al cuerpo de paracaidistas del ejército y se tituló en Ciencias y Artes Militares en el área de ingeniería con el grado de subteniente; en su carrera castrense alcanzó el grado de Teniente Coronel. Siendo militar Chávez fundó el partido MBR200 (antecesor del actual Movimiento y República) de ideología bolivariana, un concepto ideado por el mismo.
Este dirigente se hace notorio en 1992, cuando encabezó un fallido intento de golpe de Estado en contra del gobierno del presidente constitucional Carlos Andrés Pérez, lo cual le costó la cárcel. Una vez liberado, Chávez ganó las elecciones presidenciales de 1998 obteniendo el 56% de los votos válidos que representaban al 33% de la población electoral (más de once millones de personas).
Como cualquier otro ciudadano, el Presidente Hugo Chávez acudió a las urnas, pero no lo hizo rodeado de guaruras o en limosina, sino que en su afán de populismo, condujo por las calles de Caracas un vehículo Volkswagen tipo Sedán color rojo, mejor conocido en México como “Vochito”.
Cualquier parecido con algún personaje mexicano en su automóvil Tsuru blanco es mera casualidad. Como también es pura coincidencia que los dos políticos, mexicano y venezolano, tengan tendencias izquierdistas, desconozcan la ley, manejen a su antojo el Estado de Derecho, insulten al gobierno de Fox y sostengan una beligerancia retórica antiamericana; asimismo, son sólo casualidades que ambos sean partidarios del populismo clásico, del radicalismo, del liderazgo paternalista, de la ruptura social, de tender redes ciudadanas y de formar círculos bolivarianos. Ambos son enemigos de la globalización y de los grandes discursos, los dos procuran eventos que exalten las pasiones del pueblo como estrategias para mejorar su posición de líderes. ¿Quién le copia a quién?
Igualmente por casualidad, tanto López Obrador como Chávez, en su afán protagónico publicaron revistas de historietas con personajes animados; el mexicano denominado “Historias de la Ciudad” y el venezolano titulado “El Patriota”, ambos dirigidos esencialmente a la gente de menores recursos para convencerlos de la existencia de complots y mentiras en su contra; las dos tiras cómicas señalan que hay fuerzas oscuras y enemigas que tratan de descalificarlos y de acosarlos, y que ellos no son otra cosa que héroes que buscan redimir al país, dispuestos a sacrificarse en el intento.
Venezuela era una de las democracias más fortalecidas del continente americano, sin embargo, en unos cuantos años, Hugo Chávez transformó las instituciones a su antojo, apuntaló su poder y dejó atrás la tradición demócrata de la pluralidad.
Ahora, con la reelección de Chávez, la división social que se vive en ese país, puede ser irreversible por muchos años; se avecina otro sexenio de confrontaciones e insultos a las naciones que no son afines a su ideología. La República Venezolana, que un día se encontrara entre los países más ricos de Sudamérica y que inició hace décadas un proceso de industrialización, hoy está sobrevaluada. El despotismo de su líder y la falsedad de su proceso electoral para legitimar a Chávez, son sinónimo de dictadura y de autoritarismo. Es imprescindible que presidentes como el de Venezuela, comprendan que la democracia es una permanente práctica de tolerancia, pluralidad y serenidad.
*Albert Camus (1913-1960) Novelista, ensayista, dramaturgo y filósofo franco-argelino. Desarrolló en su muy diversa obra un humanismo fundado en la concientización de lo absurdo de la condición humana. En 1957 se le concedió el Premio Nobel de Literatura.
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