(Publicado el 31 de enero de 2006. Excélsior)
“Lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano”.
Isaac Newton*
En una partícula dentro de la inmensidad del universo, en un segmento determinado y minúsculo de tiempo, se encuentra perdido el ser humano. A esa partícula, el hombre ha dado el nombre de planeta Tierra y la ha contaminado en su atmósfera, hidrosfera, troposfera… El protocolo de Kyoto, el tratado ambiental más ambicioso, no fue firmado por los Estados Unidos, China e India, países que más contaminan en el planeta. En un intento por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, causantes del calentamiento global, han firmado 141 países este instrumento; los no firmantes, alegan que el cumplimiento de estas condiciones ecológicas, pondrían en peligro su crecimiento económico y dejarían en el desempleo a millones de trabajadores.
En nuestro sistema solar, la Tierra, con una edad aproximada de 4.500 millones de años, es el tercer planeta más cercano al Sol y es, hasta ahora, el único conocido que tiene vida. Se encuentra rodeada de una capa gaseosa, formada básicamente de nitrógeno (78%), oxígeno (21%) y otros gases como el dióxido de carbono, vapor de agua e hidrógeno. Esta “sábana” o manto protector del ecosistema terrestre, contiene una capa de ozono, ubicada a unos 30 kilómetros de altura sobre el nivel del mar, que es la responsable de absorber los rayos ultravioleta que provienen del sol; de no existir esta capa, las radiaciones solares hubieran fulminado, desde su origen, cualquier vestigio de vida.
Dos científicos ganadores del premio Nobel de Química, el estadounidense Frank Rowland y el mexicano Mario Molina, descubrieron que la capa de ozono se ha deteriorado debido al incremento de los gases que provocan el denominado “efecto invernadero”. Si ustedes han tenido la oportunidad de entrar a un invernadero, notarán que la temperatura es más alta que en el exterior, porque entra más energía de la que sale. En este planeta se produce un efecto natural similar de retención del calor gracias a algunos gases atmosféricos, que impiden que salga la totalidad de la energía, y de esta forma, la Tierra mantiene una temperatura promedio de 33 grados, la que, a su vez, permite realizar los ciclos de la vida; si este esquema se altera, empezarán a desaparecer miles de especies del planeta. El cambio de sólo dos grados en la temperatura puede provocar serias catástrofes.
Hace 1.8 millones de años, una variación de 4 grados centígrados, dio lugar a las glaciaciones. Estudios recientes indican que la temperatura media de la Tierra se ha incrementado en algunas décimas de grado. De continuar esta tendencia, al alcanzar un aumento de dos grados, se provocaría que los desiertos fueran más cálidos pero no más húmedos; que muchos de los glaciares y gran parte de los casquetes polares se derritieran; que las superficies costeras desaparecieran tras ser inundadas por las aguas que ascenderían debido a los deshielos; y que se inundaran las poblaciones cercanas a ríos y mares.
El hecho es que los humanos seguimos consumiendo petróleo y lo convertimos en CO2, talamos bosques, cocinamos y nos calentamos con leña, utilizamos aerosoles, quemamos llantas, tiramos basura inorgánica, acabamos con mantos freáticos, usamos pesticidas, pavimentamos, en fi n; tenemos prácticas que deterioran la capa atmosférica y que día a día incrementan el daño. 2005 fue un año crítico en materia climática, según la NASA ha sido el año más caliente desde 1890; surgieron tantos huracanes que no alcanzó el alfabeto latino y se tuvo que recurrir al griego. Mientras en algunas partes del mundo caían lluvias torrenciales, en África del Norte y en parte de Asia había sequías como nunca antes en la historia. De los 10 años más difíciles en materia meteorológica, nueve han ocurrido de 1995 a la fecha.
Todo esto causa daños en la salud, aumento en la mortalidad, destrucción de ecosistemas y otros perjuicios irreversibles. Algunas de las providencias que podríamos tomar para detener estos efectos, consisten en acrecentar la eficiencia en el reciclado de materiales; usar menos los automóviles y construir transporte público más eficiente; generar combustibles y energías alternativas; construir viviendas que optimicen el uso de energía; sustituir el carbón y el petróleo por gas natural; estimular la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías energéticas; y consumir la biomasa en sustitución de los combustibles fósiles.
O implementamos urgentemente medidas económicas, políticas, sociales y culturales tendientes a proteger el medio ambiente, o estaremos cavando nuestra propia tumba.
*Sir Isaac Newton. (1643 –1727) Científico, físico, filósofo, alquimista y matemático inglés, autor de los Philosophiae naturalis principia mathematica, donde describió la ley de gravitación universal y estableció las bases de la Mecánica Clásica mediante las leyes que llevan su nombre. Newton fue el primero en demostrar que las leyes naturales que gobiernan el movimiento en la Tierra y las que gobiernan el movimiento de los cuerpos celestes son las mismas. También destacan sus trabajos sobre la naturaleza de la luz y el desarrollo del cálculo matemático. Comparte con Leibniz el crédito por el desarrollo del cálculo integral y diferencial.
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